A muchos el Hoyt Team les sonará más bien poco o nada. Sin embargo, su historia es uno de los relatos de superación más admirables que ha protagonizado el ser humano. Dick y Rick Hoyt son un padre y un hijo que desde 1977 han participado juntos en más de 1.000 carreras. Y eso no es lo más excepcional. Lo realmente asombroso de la historia del Hoyt Team comienza en 1962 cuando nace Rick. El parto se complicó. El cordón umbilical se enrolló en el cuello del pequeño provocando una falta de oxígeno y por ende una parálisis cerebral.
Los médicos aventuraron que Rick quedaría en estado vegetativo el resto de su vida. No obstante, Dick y a su madre Judy, desoyeron a los doctores y comenzaron una carrera de obstáculos para proporcionarle a Rick una vida como la de cualquier otro niño. “Los médicos nos dijeron que desistiéramos, que Rick nunca se desarrollaría”, cuenta el cabeza de familia de los Hoyt en un documental que narra sus vidas.
Tras mucho pelear, Dick y Judy consiguieron que en 1975 su hijo fuera admitido en la escuela pública de Boston. Un año antes unos científicos de la Universidad de Tuft desarrollaron un ordenador con el que Rick podía expresarse libremente. Sus primeras palabras no fueron “hola papá o te quiero mamá” sino “¡Vamos Bruins!”, –el equipo de hockey de Boston que ese año disputaba las finales de la Stanley Cup-, con lo que sus padres pronto se dieron cuenta del amor que profesaba su hijo hacia el deporte.
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Los retos cada vez fueron mayores y un día el hijo volvió a preguntar: “¿Papá, correrías un maratón conmigo?”, recibiendo otra afirmación por respuesta. En 1981 padre e hijo formaban en la línea de salida de su primer Maratón de Boston. No fue fácil. Eran tiempos distintos a los de ahora. “Al principio nadie nos hablaba. No querían estar junto a Rick y su silla de ruedas, pero mi hijo se sentía como un atleta más”, cuenta Dick, que jamás imaginó por aquel entonces que poco tiempo después la gente haría cola por saludar al increíble Rick y que padre e hijo recorrerían el país dando charlas motivacionales.
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Esta es la historia de un padre que ha escalado montañas, nadado océanos y corrido hasta el fin del mundo y volver para proporcionarle una mejor vida a su hijo sirviendo de modelo a muchos otros padres y que aún hoy, se emociona cuando lee una carta que recibió hace unos años. “Es preciosa y siempre que puede encuentro un momento para volver a leerla”, dice sin poder contener las lágrimas cuando ve fragmentos como éste: “Me avergüenzo de mi egoísmo y de no ser como tú, Dick. Me avergüenzo de no ir a correr con mi hijo y pensar sólo en mí y en mi comodidad. Pero un día dejé de ser yo mismo y pasé a ser el padre de mi hijo, al que ahora empujo en su silla de rueda mientras corremos. Ahora los dos somos felices y te lo debo a ti”. Porque el Hoyt Team no sólo es el equipo de Dick y Rick, es el equipo de muchos padres y muchos hijos. En definitiva, de muchos héroes, aunque el propio Dick no quiera definirse con esa palabra. “Sólo he querido darle a mi hijo la mejor vida posible, no soy ningún héroe por eso”.
Noticia extraída del periódico digital El Confidencial
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