Si pretendemos una sociedad en la que la igualdad de oportunidades no sea un imperativo, sino una forma de ser, hemos de defender los derechos públicos. Una educación que sólo beneficie a los que tienen mayores posibilidades económicas, no puede ser la tónica en nuestros días, y más en estos días, en los que los ciudadanos cada vez más carecen de estos bienes. La Educación, en su sentido más amplio, y su desarrollo, no debe depender del poder de la moneda, sino simplemente de la capacidad humana con la que cada uno cuente.
Entradas
0 comentarios:
Publicar un comentario